El impacto del intestino en enfermedades inflamatorias y cardiovasculares

Una investigación liderada por David Sancho del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) describe cómo una mayor permeabilidad intestinal permite que las bacterias de la microbiota atraviesen la barrera intestinal y lleguen a la médula ósea, donde inducen cambios en las células madre que generan células inmunes, que pueden contribuir al desarrollo de enfermedades inflamatorias como problemas cardiovasculares o neurodegenerativos.

Según los investigadores, las bacterias provocan cambios epigenéticos en las células inmunitarias, que son cambios que controlan la actividad de los genes sin cambiar su secuencia de ADN. Estos cambios epigenéticos generan células inmunes «entrenadas», capaces de responder más eficazmente a futuras infecciones.

Una investigación publicada en la revista «Immunity» destaca el papel clave de una proteína llamada Mincle y expresada por células inmunes innatas en este proceso. Y el estudio se ha realizado en colaboración con los equipos de investigación de José Luis Subiza, de Inmunotek en Alcalá de Henares; Carlos del Fresno de IdiPaz de Madrid; Salvador Iborra de la Universidad Complutense de Madrid y Juan Duarte de la Universidad de Granada.

El líder del Laboratorio de Inmunobiología del CNIC, David Sancho, recuerda que hasta hace muy pocos años se creía que la inmunidad específica (adaptativa) era la única que tenía memoria (la capacidad de «recordar» patógenos anteriores -virus, bacterias, entre otros) y desencadena la respuesta de defensa del cuerpo), mientras que la inmunidad innata (no específica de un patógeno en particular) no lo hizo. «Hoy sabemos que la inmunidad innata se puede ‘entrenar’ para generar una mejor respuesta a infecciones posteriores no relacionadas», explica.

«La principal bacteria que hemos descubierto que llega a la médula ósea es ‘Enterococcus faecalis’. Esta bacteria interactúa con el receptor Mincle en precursores hematopoyéticos, lo que produce cambios epigenéticos y genera más células inmunes inflamatorias», afirma Iñaki Robles, primer autor del estudio. . «Enterococcus faecalis es una bacteria grampositiva que habita en el tracto gastrointestinal de humanos y otros mamíferos y puede causar infecciones graves en humanos, particularmente en el ambiente hospitalario».

Aunque la inmunidad entrenada puede ser beneficiosa para combatir infecciones, también podría contribuir al desarrollo de enfermedades inflamatorias. Los investigadores señalan que algunas enfermedades cardiovasculares, como la aterosclerosis o los trastornos neurodegenerativos, están relacionadas con la inmunidad entrenada, por lo que podrían empeorar cuando una mayor permeabilidad intestinal intensifica esta respuesta.

En modelos animales, el aumento de la permeabilidad intestinal provocó inflamación del colon (colitis). Esta inflamación se previene en ratones que carecen del receptor Mincle, lo que sugiere que la detección de bacterias diseminadas por Mincle juega un papel clave en la inflamación inducida por la inmunidad entrenada.

Según su informe, las estrategias destinadas a bloquear Mincle podrían tener un efecto protector en el contexto de estas enfermedades inflamatorias sistémicas. Se sabe que una alimentación inadecuada, el consumo excesivo de alcohol, los alimentos procesados, el estrés crónico o el uso de determinados medicamentos pueden debilitar la barrera intestinal y favorecer la propagación de bacterias.

Mantener una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras, ayuda a mantener un intestino sano, reducir la inflamación sistémica y prevenir enfermedades crónicas. También creen que este descubrimiento abre nuevas vías para comprender la relación entre la salud intestinal y las enfermedades sistémicas, destacando la importancia de una dieta saludable y el equilibrio de la microbiota como herramientas clave para la prevención.

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