
La cistitis es una inflamación de la vejiga que afecta principalmente a las mujeres debido a su anatomía. La uretra femenina es más corta y está más cerca del ano, lo que facilita que las bacterias presentes en el tracto digestivo lleguen a la vejiga y provoquen la infección. En mujeres jóvenes, la actividad sexual es un desencadenante habitual de cistitis, mientras que en la menopausia, la disminución de estrógenos aumenta la vulnerabilidad a estas infecciones.
Se estima que entre el 40% y el 60% de las mujeres experimentarán al menos un episodio de cistitis a lo largo de su vida, con un pico de incidencia entre los 18 y 39 años. Los principales síntomas de la cistitis incluyen la necesidad urgente y frecuente de orinar en pequeñas cantidades, ardor o dolor al orinar, presión o dolor en la parte baja del abdomen, y en ocasiones, orina turbia, con mal olor o con sangre.
Para prevenir la cistitis en verano, se recomienda beber abundante agua para limpiar las vías urinarias, no aguantar las ganas de orinar, mantener una higiene adecuada y evitar permanecer con el bañador mojado durante largos periodos. En casos de cistitis recurrente, existen tratamientos como suplementos, antibióticos preventivos, vacunas orales o cremas de estrógenos que pueden reducir la frecuencia de los episodios.
Aunque los antibióticos siguen siendo el tratamiento principal, también existen alternativas preventivas como la D-manosa, extractos de arándano, probióticos y vacunas orales que fortalecen la flora urinaria y evitan la resistencia bacteriana. Es importante acudir a consulta si las infecciones son recurrentes, si los síntomas no mejoran con el tratamiento o si aparecen signos de gravedad como fiebre alta o sangre en la orina. En el caso de los hombres, cualquier sospecha de infección urinaria debe ser evaluada por un especialista.
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