Mientras buscamos maneras de reducir las enfermedades que nos acortan la vida, surge la pregunta de si la felicidad puede ser tan beneficiosa para la salud como dejar de fumar. Un estudio reciente de la Universidad de Alba Iulia en Rumania ha explorado la relación entre la felicidad y la salud, revelando que el bienestar subjetivo funciona como un activo para la salud una vez que se supera un umbral mínimo de aproximadamente 2,7 en la escala de la Escalera de la Vida.
Por encima de este punto crítico, una mayor felicidad se asocia con una disminución de la mortalidad por enfermedades no transmisibles. Cada aumento del 1% en el bienestar subjetivo se relaciona con una disminución estimada del 0,43% en la tasa de mortalidad por enfermedades no transmisibles en personas de entre 30 y 70 años. Además, los países que superan este umbral tienden a tener un mayor gasto sanitario per cápita, redes de seguridad social más sólidas y una gobernanza más estable.
El estudio también indica que la felicidad puede ser un recurso medible para la salud pública, y que identificar este punto de inflexión en los niveles de felicidad podría ser crucial para mejorar las políticas sanitarias. Es importante considerar que la obesidad, el consumo de alcohol, la urbanización, la contaminación y la calidad del gasto sanitario también influyen en la salud, por lo que las políticas de bienestar deben abordar estos determinantes estructurales.
En resumen, la felicidad no solo es un sentimiento personal, sino también un factor determinante en la salud pública. Al superar el umbral de 2,7 puntos en la escala de la vida, se pueden obtener beneficios significativos para la salud y el bienestar de la población. Este estudio destaca la importancia de promover la felicidad como un componente clave de las políticas de salud y sociales, con el fin de construir una sociedad más saludable y feliz.
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