
De hecho, en verano es común leer noticias sobre brotes de legionella en hoteles, hospitales o gimnasios. ¿Cómo se transmite esta bacteria y por qué sucede? ¿Cuáles son los síntomas a tener en cuenta y cómo podemos prevenirlo?
Ana Allende, investigadora científica del CEBAS-CSIC, explica que en verano el riesgo de legionella aumenta debido a las condiciones ambientales favorables para su crecimiento. La bacteria se desarrolla mejor a temperaturas entre 20 y 45 °C, y las altas temperaturas estivales pueden propiciar su proliferación, especialmente en aguas utilizadas en piscinas, spas y otros establecimientos si no se controla adecuadamente la temperatura.
Es importante destacar que las instalaciones que generan aerosoles de agua son las que presentan un mayor riesgo de contagio, ya que la inhalación de microgotas contaminadas es la forma más común de infección. Entre estas instalaciones se encuentran torres de refrigeración, sistemas de agua caliente con acumuladores en mal estado, jacuzzis, spas y sistemas de riego por aspersión.
En cuanto a los síntomas de una posible infección por Legionella, estos pueden incluir fiebre alta, tos seca, dificultad para respirar, dolor muscular, cefalea y malestar general, similares a los de una gripe. El diagnóstico se basa en pruebas como la detección de antígeno urinario, el cultivo de secreciones respiratorias y técnicas rápidas como la PCR. El tratamiento generalmente requiere antibióticos y en casos graves puede ser necesaria la hospitalización.
Para prevenir brotes de legionella, es fundamental mantener las temperaturas del agua fuera del rango de riesgo, realizar limpiezas y desinfecciones periódicas, purgar los puntos terminales para evitar el estancamiento y revisar y limpiar torres de refrigeración y humidificadores. Todas estas recomendaciones están recogidas en la legislación española vigente sobre prevención y control de la legionella.
En resumen, es crucial cumplir estrictamente con la normativa legal para minimizar los riesgos de infección por legionella. Tanto los gestores como los particulares deben mantener en buen estado los sistemas de agua, controlar las temperaturas y evitar el estancamiento, especialmente durante la temporada de calor. Vaciar, limpiar y desinfectar depósitos y mantener en buen estado jacuzzis y spas domésticos son medidas clave para prevenir la propagación de esta bacteria.
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