La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha emitido un llamado a reducir las «perturbaciones» en el comercio internacional con el objetivo de mitigar los impactos de los altos precios de los alimentos. Según un informe reciente de la FAO, en 2024 se registraron 673 millones de personas que padecían hambre, lo que representa una disminución de 15 millones con respecto al año anterior y de 22 millones en comparación con 2022. A pesar de esta mejora, la proporción de la población mundial que sufre de inseguridad alimentaria ha disminuido solo ligeramente, pasando del 8,7% al 8,2% en dos años.
El informe destaca que la reducción del número de personas desnutridas se ha visto principalmente en regiones como Asia Sudoriental, Asia Meridional y América del Sur. Sin embargo, la situación empeora en muchas subregiones de África y Asia Occidental, donde el hambre sigue en aumento. Se proyecta que para 2030, aproximadamente 512 millones de personas seguirán padeciendo hambre, con casi el 60% de ellas en África.
La FAO también señala que si bien a nivel mundial ha habido una ligera disminución en el número de personas que no pueden acceder a una dieta saludable, en África y en países de bajos ingresos esta cifra ha aumentado. La inseguridad alimentaria, tanto moderada como grave, ha disminuido en general, pero continúa en aumento en África.
En cuanto a los costos, el informe menciona que la pandemia de COVID-19 y el conflicto en Ucrania han provocado aumentos significativos en los precios mundiales de los alimentos, lo que ha elevado el costo promedio de una dieta saludable a nivel mundial a 4,46 dólares por persona y día. La política económica durante la pandemia ha contribuido a crear un entorno inflacionario, especialmente en economías de bajos ingresos.
Para hacer frente a esta situación, la FAO hace un llamado a garantizar la integración de los mercados y a reducir las fluctuaciones de precios, así como a alinear las políticas fiscales y monetarias para estabilizar los mercados. Además, destaca la importancia de fortalecer los flujos de datos e información del mercado agrícola, así como de realizar inversiones continuas en agricultura, investigación y desarrollo e infraestructura para prevenir futuros episodios de altos precios de los alimentos.
En resumen, la FAO enfatiza la necesidad de abordar las causas estructurales de la inseguridad alimentaria y de trabajar en conjunto para garantizar el acceso a alimentos nutritivos para todos, especialmente en las regiones más vulnerables del mundo.
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