Durante el 46º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y el 39º Congreso de la Sociedad Andaluza de Medicina Interna (SADEMI), el doctor García destacó la importancia de la coordinación asistencial y el trabajo de Salud Pública para hacer frente a las consecuencias de una catástrofe natural.
En el marco de la charla, se mencionó que tras una dana, las infecciones más comunes fueron las de piel y partes blandas, causadas por heridas expuestas al agua contaminada y a residuos arrastrados por las inundaciones. Estas infecciones, muchas veces poco habituales, eran polimicrobianas y provocadas por bacterias presentes en el agua dulce o en el intestino humano y animal.
Se atendieron a 108 pacientes con heridas infectadas en los tres meses posteriores al desastre, y se identificaron hasta 18 especies bacterianas diferentes. A pesar de la complejidad de los casos, la mayoría de los pacientes evolucionaron favorablemente, con una tasa de ingreso hospitalario del 13,9% y una mínima mortalidad.
Además, se detectaron deficiencias en la actuación inicial, como el uso de antibióticos sin un cultivo previo que no cubría las bacterias presentes en el agua dulce. Se implementaron protocolos para mejorar la respuesta a futuras catástrofes similares.
En paralelo, se llevó a cabo un estudio a nivel nacional para analizar el riesgo de infecciones a escala ambiental, identificando una amplia diversidad de patógenos y vectores. Este enfoque integral de ‘One Health’ será clave para prevenir y abordar las amenazas infecciosas derivadas del cambio climático.
En resumen, la atención médica y la colaboración interdisciplinaria fueron fundamentales para responder a las consecuencias de la dana, destacando la importancia de la preparación y la coordinación en situaciones de emergencia.
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