
La celiaquía, una enfermedad autoinmune desencadenada por la ingesta de gluten, puede tener repercusiones en la salud ocular de los pacientes. Según especialistas, la intolerancia al gluten puede provocar una reducción en la cantidad de lágrimas y alterar su composición, lo que resulta en el síntoma más común de ojo seco en estos casos.
Además, la falta de vitamina D asociada a la celiaquía puede llevar a la formación de cataratas, debido a la interrupción en la homeostasis de calcio del cristalino. Asimismo, los pacientes con esta enfermedad autoinmune pueden experimentar neuropatía óptica, una condición que afecta al nervio óptico y puede resultar en pérdida de visión.
Otras complicaciones oculares vinculadas a la celiaquía incluyen patologías inflamatorias como la escleritis y la uveítis. Además, el desarrollo de orbitopatía tiroidea, que afecta a la órbita y los tejidos periorbitarios, también se ha observado en pacientes con esta condición.
Es fundamental para los pacientes celiacos seguir una dieta estrictamente libre de gluten, ya que el consumo continuo de esta proteína puede dañar la mucosa intestinal e interferir con la absorción de nutrientes esenciales para la salud ocular. La detección temprana y el manejo adecuado de la celiaquía son clave para reducir el impacto en la salud visual, así como la realización de revisiones oftalmológicas periódicas.
En resumen, mantener una dieta sin gluten, detectar y tratar la celiaquía a tiempo, y realizar un seguimiento oftalmológico adecuado son medidas cruciales para preservar la salud ocular en pacientes con esta enfermedad autoinmune.
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