«La exclusión social va más allá de la pobreza, abarcando situaciones de debilidad, precariedad o fragilidad en los vínculos sociales, determinadas por diversos factores como la edad, el género, el estado civil, la nacionalidad o el origen étnico», ha destacado SEMERGEN en un comunicado con motivo del Día Mundial contra el Dolor.
En este sentido, la atención se centra en grupos vulnerables como migrantes en situación irregular, personas mayores, personas con discapacidad, personas sin hogar, mujeres y miembros de la comunidad LGBTQ+, quienes a menudo padecen desigualdad en silencio.
La asociación recuerda que muchos migrantes buscan oportunidades en países con menos recursos, huyendo de la pobreza, la falta de acceso a una atención sanitaria adecuada o situaciones de conflicto, enfrentándose a menudo al aislamiento social, una atención sanitaria insuficiente y peores resultados en salud.
Las barreras idiomáticas y culturales dificultan la comunicación clínica en muchas ocasiones, limitando el acceso a servicios e excluyendo de la investigación, lo que cuestiona la equidad y validez de la evidencia científica.
«La atención al dolor -físico, emocional y social- de los más vulnerables requiere tiempo, formación, sensibilidad cultural y sistemas de apoyo. El dolor no reconoce fronteras, pero la inequidad sí», añade SEMERGEN.
Por tanto, se hace un llamamiento para que nadie sea excluido del derecho a ser escuchado, comprendido y aliviado en todos los niveles del sistema sanitario, enfatizando que aliviar el dolor en cualquier persona es una cuestión de justicia y humanidad.
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