Los expertos piden un cambio cultural en las organizaciones para eliminar la violencia laboral contra las mujeres

Los expertos han pedido un «cambio cultural» en las organizaciones para erradicar la violencia contra las mujeres en el trabajo. Destacaron la importancia de gestionar el equipo y diseñar medidas «eficaces».

Esto se discutió en la mesa redonda «Conclusiones e impacto del Proyecto 0: juntos construimos una sociedad sin violencia de género», organizada por la Federación de Directivas Españolas para Mujeres, Directoras, Profesionales y Empresarias.

En esta línea, la presidenta de Fedepe, Ana Bujaldón, instó a construir espacios libres de violencia «desde el optimismo, la inteligencia colectiva, el compromiso personal y la colaboración». Además, destacó que el programa Fedepe, que ya cuenta con tres ediciones, ha transformado la perspectiva de unos doscientos participantes, gracias a metodologías como la «investigación apreciativa».

Por otro lado, el ex delegado del Gobierno contra la violencia de género, Miguel Lorente, señaló que la empresa «no es un espacio neutral» y advirtió que si no se actúa «se convierte en un refugio para la violencia». «Necesitamos protocolos eficaces y una cultura que promueva la igualdad», añadió.

En la misma línea, el presidente de Aedipe, Pedro Ribes, indicó que «el cambio real radica en la transformación cultural». «Aunque los planes y protocolos de igualdad son esenciales, el compromiso ético y el ejemplo son lo que realmente inspira el cambio», afirmó. Además, instó a combatir activamente la «dinámica microcultural y tóxica».

Además, la entrenadora de talentos y facilitadora participativa en el proyecto, Maribel Martínez, explicó que cada gerente o profesional tiene un área de influencia, por lo que los «cambios que marcan la diferencia» pueden promoverse.

La mesa redonda también ha instado a aprovechar los avances logrados, como la reducción en un 19% de los homicidios por violencia de género en la última década, en comparación con el periodo 2003-2013; una mayor concienciación; y afrontar desafíos persistentes, como la prevalencia de «microviolencia y dinámica tóxica» en las organizaciones.

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