Disponible para: PC, iOS, Android
El golf en el desierto es exactamente lo que dice en la lata y nada más. Hay una pelota, un hoyo y un terreno desértico generado procedimentalmente en el medio. Eso es todo. Sin emparejamiento, sin selección de club, sin música, sin elementos, sin menú de pausa, sin reinicios, ni siquiera un avatar. Simplemente arrastra un cursor hacia atrás para determinar el ángulo y la potencia del siguiente disparo e intenta ir de A a B. Una vez que lo haces, aparece un nuevo agujero y continúas, hasta el infinito. (El juego técnicamente tiene un «final», pero Dios bendiga a cualquiera que juegue el tiempo suficiente para verlo).
El golf en el desierto se lee demasiado simple en papel y tiene sentido como una crítica furtiva de los juegos móviles que consumen mucho tiempo y degradan a los jugadores. De hecho, el juego, sin embargo, se limita a la meditación. El minimalismo radical del juego hace que todo y nada importe al mismo tiempo. Hay un contador de visitas en la parte superior, pero funcionalmente no tiene sentido, solo te dice cuánto tiempo has jugado. Puedes dar 60 golpes en un hoyo, pero no hay un ojo invisible que te juzgue. En cambio, puedes concentrarte por completo en el simple placer de hacer girar una pelota en el aire, verla levantar arena y eventualmente montón en el hoyo. Se trata del acto de jugar más que de las reglas de un juego: el golfing no golf. Y cuando aparece algo nuevo (una fuente de agua, un sol poniente, un cactus), se siente importante.
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